Y esta pequeña y humilde caja de mi escritorio es tu recuerdo más cercano. El último capricho que me concediste, una de las últimas sonrisas que sacaste de las tímidas comisuras de mis labios.Y cada vez que suena aquella música doy rienda suelta a mis recuerdos contigo. . Todos aquellos momentos ya vividos giran en aquella caja musical, que no se deja mecer por el paso del tiempo, que permanece intacta, pero inundada de sentimientos dispares. Y cada vez que escucho su música, una lágrima resbala por mi mejilla, sé que tu, también oirás aquella música: tan dulce, tan suave; nuestra música. Y aquella bailarina que gira y gira, sin desgastarse, es tu recuerdo, venciendo al tiempo y a sus desgastadas punteras de baile..Yes que la música de aquella caja, camufla el sonido del llanto y acentúa mi felicidad y melancolía, en cuestión de segundos. Por que sé estás conmigo escuchándola una vez más.
martes, 15 de febrero de 2011
Caja musical.
Siempre está ahí, sobre mi escritorio, reposando sus días y velando sus noches. Su color se mantiene aún de aquel azul oscuro vital que penetra en mis pupilas y las adormece de manera instántea. Su música sigue sonando como aquel primer día: dulce, tierna, pegadiza; jugueteando con mis oídos y aislándolos de todo ruido estridente y pesambroso. La bailarina danza de la misma forma, sostenida por aquel minúsculo alambre, como si los días no pasasen y su calzado cristalino no se desgastase. A veces, contemplo aquella caja musical y sé que al abrirla entraré en una especie de mundo paralelo, en el cual me siento viva; un mundo formado de recuerdos, amor, abrazos, cariño, unión. Y es que fue uno de los últimos regalos que me hiciste, cuando yo aún era una niña adicta a los escaparates. Y es que de pequeña, yo observaba que las princesas de las películas poseían una en su mesita de noche, que cada día contemplaban y a la cual cantaban caida la noche, y con la que divagaban por sus pensamientos más profundos.
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